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Este sábado se recuerda el 30º aniversario de la devastadora inundación en Yebra y Almoguera.

Este sábado se recuerda el 30º aniversario de la devastadora inundación en Yebra y Almoguera.

GUADALAJARA, 9 de agosto de 2023.

Hoy se cumplen 30 años de una catástrofe que dejó una huella imborrable en las localidades de Yebra y Almoguera. La triste efeméride rememora la trágica riada del 9 de agosto de 1995, en la que 10 vidas se perdieron en cuestión de segundos. Para honrar a las víctimas y mantener viva la memoria colectiva, se han organizado dos documentales y una exposición que representan el esfuerzo por recordar y reflexionar sobre la prevención ante desastres naturales.

Este suceso marca un capítulo doloroso en la historia de estos pueblos, que aún sienten los ecos del horror de aquella tarde. La muestra, compuesta por más de 200 fotografías y realizada por el fotoperiodista Javier Castañón, busca evocar la emoción y la tragedia mediante las experiencias de quienes vivieron ese día fatídico. La intención es clara: recordar a los que se fueron y subrayar la urgencia de tomar medidas para evitar que eventos de esta naturaleza ocurran nuevamente.

La tormenta torrencial de aquel día, que descargó más de 60 litros por metro cuadrado en menos de una hora, desató una riada devastadora en Yebra, donde destrozó viviendas y, lo más desgarrador, se cobró la vida de diez individuos. Almoguera, aunque afortunadamente libre de pérdidas humanas, sufrió daños significativos. Muchos testimonios recogidos destacan que escaparon de la tragedia por muy poco, gracias a las lecciones aprendidas tras una inundación previa en 1987.

La exposición titulada "30 años de la riada" se presenta como un trabajo conjunto de los ayuntamientos de Yebra y Almoguera. Incluye paneles cronológicos que relatan mediante imágenes impactantes el avance del agua y sus devastadores efectos, además del posterior proceso de reconstrucción, del cual el alcalde de Yebra, Juan Pedro Sánchez, estima que costó alrededor de 2000 millones de pesetas antiguas.

Más allá de ser un recorrido sobre el desastre, esta exposición pretende ser un homenaje a la resiliencia de ambos pueblos, que, tras el dolor, encontraron la fuerza para levantarse y aprender de la experiencia. Es un llamado a la acción y la previsión, recordando que estas lecciones son esenciales en su camino hacia un futuro más seguro.

Para los alcaldes, esta conmemoración es una oportunidad para resaltar la importancia de la preparación y la prevención. Hablan de la necesidad de mantener vigiladas las áreas propensas a inundaciones, de cuidar los cauces y proteger el entorno con vegetación. Las decisiones que se tomen hoy son vitales para salvar vidas en el futuro.

La exposición y los documentales se inauguran hoy en Almoguera a las 13:00 horas y en Yebra el 29 de agosto a las 20:00 horas. Estas iniciativas poseen un profundo significado humano, representando las vivencias de quienes aún recuerdan vívidamente esa noche de caos y angustia.

Sonia Torre, que tenía 18 años en aquel momento, narra cómo la noche se tornó oscura de repente mientras el agua comenzaba a invadir su hogar. “Nos subimos a la barra y luego al tejado. Cuando el nivel bajó, se escuchaban los gritos de quienes buscaban a sus seres queridos. No se puede olvidar un suceso así; diez personas en un pueblo pequeño cuentan una historia que duele”, expresa con emoción.

Sergio Villalba, quien contaba con solo 10 años, recuerda la angustia de no saber si volvería a ver a su padre, que estaba trabajando en una presa. Su relato evoca el miedo y la incertidumbre que marcaron aquella noche, un testimonio que resuena con la fuerza de un recuerdo indeleble.

Las imágenes capturadas por Castañón, complementadas con material audiovisual de la Diputación de Guadalajara y otros archivos, ofrecen un testimonio visual que documenta la devastación y la resiliencia de los habitantes. Los documentales, que presentan las voces de quienes vivieron la tragedia, emergen como una memoria colectiva viva de estos municipios.

Durante la presentación, los alcaldes compartieron su visión optimista respecto a la tragedia, enfatizando que la memoria puede y debe proteger el futuro. Sánchez reflexiona: “Diez personas perdieron la vida, y eso dejó una marca irreversible. La exposición es una oportunidad para honrar esos testimonios valientes y humanos que nos enseñan a no olvidar.”

Barona, por su parte, subraya que aunque la naturaleza arrasó con lo material, la comunidad se mantuvo unida. “Almoguera es un ejemplo de resiliencia, pero no olvidamos. Lo vivido nos impulsa a construir un futuro más consciente y seguro”, concluye.

Hoy, Yebra y Almoguera se presentan como comunidades que no solo comparten una tragedia, sino un compromiso por aprender del pasado. Este esfuerzo, que posiblemente será itinerante en la provincia, busca garantizar que las futuras generaciones no repitan los errores del ayer. Mientras tanto, los más mayores de cada localidad guardan en su memoria las lecciones de hace tres décadas, una experiencia que aún persiste, incluso si los jóvenes de hoy apenas la conocen.

Aunque los riesgos permanecen en áreas vulnerables, los alcaldes afirman que las inversiones realizadas han sido cruciales para mitigar la probabilidad de que un evento similar vuelva a ocurrir. “Hoy, gracias a estas obras, nuestro pueblo está mejor preparado”, concluye el alcalde de Yebra. Su objetivo: asegurar que lo sucedido el 9 de agosto de 1995 no vuelva a repetirse.