El Palacio de los Marqueses de Torremejía en Almagro avanza hacia su declaración como Bien de Interés Cultural.
CIUDAD REAL, 16 de octubre. La Viceconsejería de Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades ha comenzado un procedimiento para catalogar el Palacio de los Marqueses de Torremejía, situado en Almagro, como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
La decisión fue publicada en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha este jueves, donde se anuncia la apertura de un período de información pública. Esto permitirá a los ciudadanos que deseen involucrarse en el proceso analizar el expediente y presentar cualquier alegación que consideren pertinente. Este periodo se extenderá durante un mes, comenzando desde este viernes, y se llevará a cabo en las oficinas de la Viceconsejería de Cultura y Deportes.
La apertura del expediente implica la aplicación inmediata del mismo régimen de protección que rige para otros bienes declarados de interés cultural, lo que significa que el palacio estará sujeto a las regulaciones y autorizaciones establecidas en la legislación de patrimonio cultural.
Ubicado en la Plaza de Santo Domingo número 1, en el corazón de Almagro, el Palacio de los Marqueses de Torremejía tiene raíces que se remontan al siglo XV. Su estructura experimentó una significativa renovación en el siglo XVI bajo la dirección del primer marqués, seguido de otra gran transformación en el siglo XVIII, cuando se incorporó el área anteriormente utilizada por el Hospital de las Ánimas, dando forma al edificio tal como lo conocemos hoy.
Entre sus características más notables se encuentra la impresionante fachada principal, que se orienta hacia la plaza y desplaza su eje hacia la puerta de acceso, adornada con una magnífica portada renacentista de doble altura, acentuada por un alero pintado en un vibrante tono azul añil. La simetría en la disposición de los balcones es evidente, con tres vanos a cada lado en ambas plantas.
La entrada principal, dotada de un dintel clásico, está flanqueada por pilastras elaboradas y columnas estilizadas que sostienen un arco decorado con rosetas y elementos heráldicos, complementado por un alero que presenta gotas de un estilo clásico.
El balcón principal, sostenido por esculpidas cabezas zoomorfas en los extremos, también cuenta con un dintel adornado, donde se pueden apreciar dovelas enmarcando un jarrón central lleno de flores, así como mascarones decorados con plumas en los lados.
Fabricada en piedra blanca, la portada principal se adorna con un escudo heráldico que integra los emblemas de las familias que han sido propietarias del palacio: Pisa, Osorio, Villarreal y Zúñiga, respaldado por flameros sobre un plinto.
Internamente, el palacio se distribuye en dos plantas que giran en torno a un patio principal y a un gran espacio abierto. Con acceso directo a la plaza a través de una amplia puerta para carruajes, la estructura del interior del palacio refleja los principios mudéjares de su diseño original. Aunque el zaguán no está alineado con respecto al patio central, sigue el patrón habitual de recodos que permitía el acceso a las galerías del patio principal.
A lo largo de su historia, el edificio ha sido la residencia de los marqueses de Torremejía hasta la muerte del último marqués en 1936, quien no dejó descendencia. A pesar de los cambios de moda a lo largo del tiempo, muchas de las lujosas decoraciones se han mantenido, incluyendo los suelos de engorrón en las galerías, un alfarje polícromo y las ornamentaciones renacentistas en las columnas del patio porticado, así como frescos de los siglos XVIII y XIX.
Recientemente restaurado, el palacio ha recuperado gran parte de su esplendor original y su función como residencia noble, logrando que tanto sus espacios como elementos distintivos se vuelvan a exhibir con magnificencia.
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