"Florecimiento inusual de encinas en diciembre en Ciudad Real refleja el impacto del cambio climático"
CIUDAD REAL, 21 de diciembre.
La alarmante situación climática ha llevado a la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA) y Ecologistas en Acción de Ciudad Real a emitir una fuerte advertencia: desde la primera semana de diciembre, se han observado encinas florecidas en una época del año que tradicionalmente no corresponde a su ciclo natural, fenómeno que consideran una clara manifestación del calentamiento global.
En un comunicado que clama por la atención urgente de todos, estas organizaciones aseguran que han registrado numerosas encinas en flor, especialmente en los municipios de Alcoba, Arroba de los Montes, Ciudad Real, Horcajo de los Montes y Piedrabuena, a una altitud que oscila entre los 580 y los 650 metros. La imagen de estos ejemplares, que lucen magníficas flores cubriendo su copa, es, sin duda, inquietante.
Consideradas como un símbolo de la flora mediterránea, las encinas son árboles extraordinariamente resistentes que pueden prosperar en condiciones de sequía y soportar temperaturas extremas. Su rango de crecimiento varía desde las zonas costeras hasta elevaciones de 1.400 metros e incluso hasta 2.000 metros en las laderas montañosas. Sin embargo, su ciclo de floración, que normalmente ocurre en primavera, ha sido alterado de forma alarmante.
Aunque en ocasiones isoladas se habían encontrado algunas encinas florecidas en otoño, nunca se había documentado un evento de tal magnitud. Recuerdan que en años anteriores había habido notables floraciones de otras especies en invierno, como la jara pringosa a finales de diciembre de 2019, pero la situación actual marca un precedente inquietante.
Las organizaciones ambientales vinculan este fenómeno con las anomalías climáticas que han caracterizado al año actual, que se perfila como uno de los más calurosos de la historia reciente. Resaltan que, a finales de marzo, se registró un récord en el caudal del río Guadiana, y en octubre, las lluvias seguidas de un clima casi primaveral contribuyeron a desestabilizar aún más los ciclos de la naturaleza.
Las consecuencias de estas alteraciones no son triviales, advierten. Las encinas, que florecen anticipadamente, podrían enfrentar la pérdida de sus flores debido a las heladas invernales, lo que implica un despilfarro de recursos metabólicos y energéticos que podrían resultar fatídicos para su supervivencia.
Aunque, a nivel ecosistémico, este fenómeno específico podría no ser un cambio radical, su generalización constituiría una amenaza a los ciclos naturales que sustentan tanto la biodiversidad como la economía, generando un desajuste que afectaría a gran escala.
La situación se agrava en aquellos suelos más adversos, donde se han observado altas tasas de mortandad entre las encinas y chaparros tras la dura temporada estival. Este patrón es un indicativo claro de que las elevadas temperaturas media en verano agotan la disponibilidad de agua, lo que, a su vez, propicia la muerte de muchos ejemplares y aumenta la vulnerabilidad hacia enfermedades, como la devastadora 'seca'.
Desde ARBA y Ecologistas en Acción, enfatizan que estos acontecimientos deberían servir de testimonio sobre cómo el cambio climático está impactando en la naturaleza, instando a todos a mantenerse alertas frente a esta problemática, especialmente en un contexto donde persisten las voces que niegan esta tragedia ambiental.
La encina, el árbol emblemático de la península ibérica, se convierte así en un símbolo de alerta. Se hace un llamado urgente a la sociedad: debemos abrir los ojos ante esta realidad, ya que las repercusiones se sentirán en todos los sectores, comenzando por los agricultores y ganaderos que dependen de un ecosistema equilibrado.
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