Alcaldes locales del aeropuerto de Ciudad Real expresan su calma ante la rave que dura desde diciembre.
CIUDAD REAL, 2 de enero. Un tranquilo inicio de año se vive en los pequeños municipios de Cañada de Calatrava, Villar del Pozo y Ballesteros de Calatrava, donde sus alcaldes han expresado su satisfacción ante una masiva rave que se desarrolla en las cercanías del aeropuerto de Ciudad Real, un evento que ha atraído a miles de personas desde la noche del 31 de diciembre.
Los ediles de estas localidades, que en conjunto apenas cuentan con una población de 530 habitantes, han manifestado en declaraciones a Europa Press que están monitoreando la situación con interés, sin embargo, han dejado claro que la considerable afluencia de asistentes en los alrededores del aeropuerto no ha tenido un impacto significativo en la vida cotidiana de sus comunidades.
La alcaldesa de Cañada de Calatrava, Cristina Espadas, compartió su perspectiva sobre el evento, afirmando que en su localidad, que cuenta con apenas 100 residentes, “se escucha un poco la música, pero no es algo que cause molestia”. Esta tranquilidad contrasta con el bullicio de la fiesta, lo que ha permitido que los habitantes de la zona continúen con sus rutinas habituales.
Espadas también destacó un aspecto curioso que ha surgido a raíz del evento: el aumento de la presencia de fuerzas de seguridad, específicamente de la Guardia Civil y la Policía Nacional, a lo que bromeó señalando que “parece que tendríamos que tener una rave todos los días para sentirnos así de seguros”. Esta ironía refleja tanto el sentido del humor como el alivio que sienten en su comunidad ante la situación.
Los residentes de Cañada de Calatrava se enteraron de la celebración de la rave de manera casi repentina, cuando notaron una afluencia masiva de vehículos, incluyendo coches, furgonetas y camiones, además de enterarse a través de las redes sociales que el evento había sido convocado para esa misma noche.
Por su parte, el alcalde de Ballesteros de Calatrava, Juan Carlos Moraleda, añadió que su localidad, con una población de algo más de 370 habitantes, ha experimentado un efecto mínimo por la festividad. “El 31 de diciembre vimos pasar muchas autocaravanas y vehículos en dirección al aeropuerto, pero aquí no hemos tenido ningún problema”, comentó, subrayando que, aunque algunos vecinos han escuchado la música en ciertos momentos, esta no ha resultado ser una molestia para la comunidad.
Esta rave, que ha atraído a miles de jóvenes de diversas partes del país e incluso del extranjero, está siendo vigilada de cerca por las autoridades con un protocolo de seguridad diseñado para prevenir situaciones de riesgo que puedan surgir durante el evento.
A pesar del elevado volumen de la música, los alcaldes han confirmado que el sonido apenas se percibe en las zonas habitadas gracias a la distancia que los separa del evento. Ambos ediles han expresado su esperanza de que la festividad se despida en los próximos días sin perturbar la paz y tranquilidad de sus pueblos.
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